Marah

Ceguedad del amor

He visto en la cascada triste a Lisa:

tan altos sus balcones y laureles,

cayó como perdiz en los cordeles

del amor: el que marcha muy de prisa

 

envuelto en avalanchas y la brisa.

¡Qué fieros, qué tirantes carreteles,

echaron por el suelo sus dinteles

dejándole la alma circuncisa!

 

Día y noche tirita y se lamenta

por ver a su palomo como injerto

de una tuna en el agua turbulenta.

 

¡Pobre Lisa, muy pronto ha descubierto

que el amor pone coto…pone renta…

y más si el corazón está abierto!

 

          ¡Un ojo tiene tuerto:

porque besa con todas sus glicinas

 la boca que le clava las espinas!