Teodocio Potes

CUANDO PELEO CON MI ESPOSA

Usted esposa mía

no hace mucho

me toleró, me deleitó

y me alcahueteó

en mis desvíos

recurrentes adosados

con el exótico placer

de bestia humana.

A usted, que tantas veces

ha vaciado la copita llena

de mi testicular necesidad

primaria,

¿ pretendo hoy

borrar de mis afectos

negando el historial inolvidable

de esos días

sólo porque no acude a mí

con un cariño,

una frase de amor,

una cálida  mirada,

un gesto grato;

Sólo porque ha dejado

de aplancharme la camisa,

de lavar mi pantalón y mis pañuelos

o dejarme los sobrados

del almuerzo

en la hoya vieja;

sólo porque al salir

por la mañana

no hay ni un adiós de despedida;

Sólo porque ha puesto en cuarentena

el territorio de placer

que nos lleva a la gruta de la vida

y la evita al tacto

y aún a la mirada?

No. Sólo por eso no se acaban

ni se borran los momentos

que hemos vivido

con inmenso placer

y que han dejado de ganancia

maravillosa y colosal

nuestros dos hijos ¡