Samuel Santana

Un perdido deseo

No sé como decirlo o expresarlo.

Quiero hacerlo en sonoridad,

con belleza, ternura y el crepúsculo

 de un verano en primavera.

Eso que me humilla está estampado

 a mitad de ti como joya solitaria,

 privada y secreta.

Puedo pasear por desiertos,

luminarias, hojas invernales,

nubes altas, nidos de golondrinas y

voces confusas del viento loco

 mas no estar apaciguado.

Cuando en silencio dejas que mis labios

 recorran tu flor grande, abierta y  ancha

 yo me entrego a  vuelos perdidos,

 a eternidades doradas,

 a ocasos sin retornos y a aguaceros

 salidos de volcanes violentos.

En esta discreta buhardilla,

 llena de penumbra, 

esto es lo sumo, excelso y mágico.

En tu centro de azahares confluyen

 relámpagos,  torbellinos, 

versos e insondables ondas caprichosas.

Todo llega aquí y todo sale de aquí

como la inacabable tierra fecunda.

Amor, si sortearme los resquicios quieres,

déjame aquí toda la noche,

 jugando con este aroma

ensoñador y hasta que besen

 olas las piedras y aparezca

 la misteriosa  voz del alba cantando a tus oídos.

Tendido y con el rostro perdido

en tan sublime manantial,

 serè el obrero y pintor de los oscuros y

desamparados  médanos nublados.