Podía observarla,
sin que ella se percatara
de mi mirada
a través del cristal de la ventana.
Una belleza morena, hermosa,
esbelta y elegante,
una mujer radiante...
Sin necesidad de escuchar
sus palabras,
me parecía escucharla,
las expresiones de su cara
y sus manos
no dejaban duda
de que estaba enfadada,
quejosa, triste,
angustiada,
realmente desencantada...
Ojalá pudiera hablarte
bella dama y decirte que
no cambies tu maravillosa esencia
por los desatinos de otras almas,
que no condicionen tu actitud,
porque eres realmente bella y
sólo dejarías de ser tú,
perdiéndote de tu belleza,
enrolándote en un barco
que no hará sino alejarte de ti
y de tu genuina esencia...
y después
es muy difícil la vuelta...
Así que sólo te diré una cosa...
¡Nunca dejes de ser tu misma
y sigue manteniendo tu esencia!