Caminando a oscuras por el mundo del amor,
turbada la calma y los profundos silencios,
escucho como ruidos de hierros y de dolor,
chocan unidos entre las sombras sin espacios.
Mi instintivo movimiento es rápido alejarme,
huir de la batalla que la situación plantea,
pero me manda mi terco corazón quedarme
y por la dicha contra el dolor… ¡Dar pelea!
Siento en mis hombros un golpe formidable
que me sacude con violencia a cualquier parte;
es una gran fuerza demoledora e imparable
que mi escudo de sonrisas, fácilmente parte.
Tendido sobre el piso y sin ninguna defensa,
voraz, se abalanza sobre mí el cruel enemigo,
queriéndome acabar sin darme tregua,
más me fortalece la ilusión, del amor amigo.
Desenvaino mi espada de fe y esperanza,
y dando una estocada al centro del dolor,
veo como lento en el corazón avanza
la vencedora irradiación de todo mi amor…
Victorioso en lucha por defender al amor,
me levanto herido, pero feliz y sonriente,
sabedor de que las heridas, ya sin dolor,
dejaran marca, mas no odio hirviente.
¡Porque todos hemos de ser alguna vez,
luchadores incansables, soldados del amor!
Toda vez que al corazón el odio alcance
y trate de quitarle a la vida su belleza y su color.
Caballo Negro (DMC)