Mujer,¿De donde vienes, que emanas lo divino
y con místicas flamas mi sendero despejas?
Y tus ojos brillantes de color cristalino
apartan de mi vida las sombras de las quejas.
¿Que tienes en tus manos de sedas orientales
que con solo tocarme me despierta ilusiones?
Y guardan el encanto de ninfas celestiales
que mi vida la llenan de sublimes pasiones.
¿Que tienen tus miradas, que brillan relucientes,
y mi pecho lo llenan con sus rayos celestes?
Y me siento inundado con su luz transparente
con fulgores que vienen de los soles del este.
Y tus labios sensuales de duraznos carnosos,
a morderlos me invitan, de manera candente;
tan solo con mirarlos, tan frescos y ardorosos,
mis venas se me inflaman de forma vehemente.
¡Y tu cuerpo! ¡Tu cuerpo! que parece escultura
labrada por las manos de célebre escultor,
al verlo muy de cerca, se siente la frescura
de sus curvas perfectas, que despiertan amor.
Me pregunto sonriente si serás Afrodita
o la virgen mas dulce con su suave candor,
mas, seas lo que seas, el alma me palpita,
y mi cuerpo temblando se estremece de ardor
Podrás llevar pecado, talvéz mi salvación,
mas quisiera por siempre tu pasión desbocada
que mis venas inunda con intensa emoción,
y los halos me deja de lujuria sagrada.
Y si muero pecando ya viví el paraíso
bebiendo de tus labios los vinos del amor,
tu serás el milagro que llegó sin aviso
a dejar en mi lecho su adorado calor.
Autor: Aníbal Rodríguez.