Samuel Santana

Cuita por lo falso

Fe, fe mía

¿por qué no me advertiste

que habían tantos perversos

vestidos de santos en el atrio?

¡Oh!

Cuánto daño me hizo la ingenuidad.

Habría sido roca bajo lluvia y

jamás te habría culpado de indiferencia.

Hubiera tenido intuición,

 sabiduría y, sobre todo,

coraje para no derramar

 estas lágrimas salobres.