Max Hernandez

Mil disculpas, señora...

Señora, le pido mil disculpas,

Por haberme portado así.

Sabe, nadie tiene en esto culpa,

De que me enamorara locamente de usted.

Es cierto, tiene usted muchos años más que yo,

Pero a quién eso importa?

Es usted aún muy hermosa y tentadora,

Y no puedo dejar de mirarla sin suspirar.

 

Me mira como a un niño pequeño,

Y sonríe, frunciendo un  poco el ceño.

Señora, reciba por favor esta rosa,

Que acabo de robar de un jardín.

No tengo un centavo en el bolsillo,

Pues con mi trabajo apenas me da para estudiar.

Señora, quisiera ser de su corazón el dueño,

Para aprender con él y de su mano,

Todo lo que significa el verbo amar.

 

Señora, no se vaya usted todavía,

Por lo menos acepte mi amistad.

Seré su fiel escudero y compañero,

En sus caminos por la vida, en libertad.

Señora, disculpe que se lo diga,

Esos que la dejaron, no la supieron valorar.

Es usted una mujer hermosa en portento,

Y con su experiencia, vale aún mucho más.

 

Señora, por favor, yo ya no soy un niño pequeño,

A quien usted deba cuidar.

Soy un hombre enamorado de un sueño,

Que ante sus incrédulos ojos,

Se hizo una maravillosa realidad.

La amo señora, la amo con locura desenfrenada,

Sueño despierto con tenerla entre mis brazos,

Con besar esos hermosos y apasionados labios,

Y perderme en su cuerpo de diosa celestial.

 

No importa lo que diga la gente, mi señora hermosa,

El amor no cree en edades, ni en posición social.

El amor ha llegado a su puerta, y la está llamando,

Y soy yo el bastardo afortunado,

A quien le tocó la suerte de poderla amar.

 

Coja mis manos, señora hermosa, y caminemos juntos,

Que la gente siempre va a comentar,

Que si anda sola, por qué esta sola?

Y si va conmigo, por qué está con un casi niño?

No importa eso ya, mi señora bella,

Pues a su lado yo he encontrado la felicidad,

Y estoy seguro que nuestra estrella,

No regaló la oportunidad única y la dicha

De poder amar de verdad...