Clavelina

Copa de gloria, flecha y memoria

          ¿Qué hay de otra partida?

¿Acaso es el tiempo, que no pasa?

¡Vaya! No todo corre

como este olvido:

una flecha suspendida

¡El aire se ha ido!

¿Qué puede ella atravesar?

Yo que tenía planeado

ya su paso por mi mente,

ya un alivio cegador.

Tú, flecha, arquero y blanco;

yo, punto de dolor y pausa.

Te veo, sí. Eres amenaza

de amnesia, después

de ser cáncer de insomnio.

Excúsame con tu filo

si te he odiado sin decirlo,

soy un ser injusto

pagando a instantes su Karma.

Sin embargo, apuntas.

Ayudas a mi gran estilo

de hacernos pagar los delirios.

Lo prohibido me diste,

cuando amándolo

mudamente estuve.

¡Qué percepción en ti!

pues me diste gloria

en pócimas imaginarias.

Eran copas a imagen

de la vida,

y con el mismo desenlace:

en el fondo del cristal,

de la realidad estaba la fruta;

poco tentadora

he de admitirlo,

pero obligatoria

para despertar

de ese suave letargo

en que soñé me amabas.

Recíproca realidad

que ha despertado

conmigo estallando detrás.

La pared bajo mis huesos

estoy dispuesta a detonar,

aunque con ella me deshaga

en explosiones de viento

e invisibilidad.

Si tú no pasas, pues,

ni en brisa,

entonces seré yo

un huracán.