el silencio del alma

TRISTE SOLEDAD

Yo no quiero no debo reprocharte,
porque espero algún día perdonarte
y decirte de nuevo eres pate de mi vida.

 

Yo no quiero que nadie me consuele
si me mata la fuerza de tu amor…
Si me matan los besos insaciables,
Fervorosos, ardiente que te doy.

 

Será el dulce compañero
de mi triste soledad;
y mientras tú no me olvides
jamás me abandonarás.

 

Quizás te diga un día, que dejé
de quererte, aunque siga
queriéndote más allá de la
muerte; y acaso no comprendas
en esta despedida, que, aunque
el amor nos une,
nos separa la vida.

 

Voy cruzando la vida menos triste,
porque llevo en los labios la dulzura
de aquél último beso que diste.