M. Krasinski

Y dicen que no muero con el tiempo

Y dicen que no es cierto que mi corazón está acuartelado,

cuando las celdas son ventriculadas 

y los techos son estrellas pintadas cual grisallas.

Aún asfixio mis pulmones enrejados por verla

y muero por dentro mientras miro afuera.

 

Sargento,

la vida he olvidado por su mirada,

cautivado cual niño sin cuna ni vientre,

ni apenas ojalás o talveces que empujen las ganas afuera,

a la vida,

allí donde vivía hace años un inocente

que miraba las estrellas y la luna de su rostro en su cama.

 

Sargento,

y aún dicen que no es cierto que mi vicio es un campo,

una explanada, una sabana, un templo,

una tundra inundada de tedio,

un monasterio de canas, polvo, y ganas de más.

Enrejado contemplo la lluvia al chocar contra las paredes,

cayendo y arrojando los jueces injustos,

avasallando laberintos, sueños y mitos

que cautivan los hurtos y delitos del instinto.

 

¡Aún ganas de más, Sargento!

¡Y dicen que no muero con el tiempo!