Samuel Santana

Una flor

Amor, déjame cuidarte y

restaurarte como pétalos en sequedal.

Te plantaré en tierra fértil y

 trataré tu tronco con la savia de mi estirpe.

Yo impediré lo que aflige.

A tus pétalos volveré el candor,

el aroma llenará contornos y

 pájaros vecinos vendrán a alegrarse

 con tan ilustre hermosura.

De las sangrantes heridas que infringieron

 apatridas caminantes no quedarán  huellas

 ni artículos pasados.

Solo al colibrí abriré puerta para tocar

 los condecorados estambres y

absorber la infinita dicha.

En el país y allende los mares oirán la nueva

 de la egregia flor levantada

por el bohemio jardinero

 con la aguerrida soberbia de un tañedor.

Entonces, amor,

bajo los insospechados sauces,

me extasiaré a contemplarte,

a vivir tus ensueños y a rasgar mi lira

en los húmedos y tiernos amaneceres.