Esteban Mario Couceyro

El hombre y Dios

El hombre, encontró un árbol hueco

lo golpeó con el puño

el sonido espantó el silencio

los pájaros volaron

mientras una suave brisa

hizo coro en la hojarasca.

 

Maravillado el hombre

golpeó nuevamente

hasta el dolor de las manos

entonces calló todo.

 

Entristecido el hombre

silencioso el aire

crujió el árbol

cayéndose una rama.

 

El hombre, con luz en los ojos

tomó esa rama y golpeó

hasta que el sol se hizo noche

entonces, ese hombre

de pié, levantó los brazos

sabiendo que había encontrado a Dios.