Vicente Martín Martín

Matrioska

Ven ahora, muchacha, bailarina en el viento de los soviets,
ven ahora que el tiempo huele a fruta y se desnudan
al sol los girasoles,
el mundo es una tienda de miles de matrioskas y todas como tú,
gotas de agua, muchacha, que no saben
de un verano en tus piernas
ni de un bosque sinfónico de violines en los campos de Stalin.
Ven ahora, matrioska, en el silencio que dejan los lobeznos
y duérmete en mis venas,
yo diré
buenas noches en ruso, dobry vecher,
y pondré entre las nubes un cartel en cirílico y una  estrella en francés
para que nadie
te destroce las flores o te venga
con ademanes nazis.
A ti, que eres el aire y el agua y estás llena de luz
qué más puedo ofrecerte si tu piel se vislumbra entre ciudades pequeñas
y es la noche perpetua en los inviernos de Rusia.
Fuera de ti los ángeles
son hermanos bohemios, me celebro en el humo de las fábricas
y me siento a mirar las autopistas,
fuera de ti los pueblos son idiomas sin  música,
son más hondos los puertos,
más frías las estancias.
¿Qué sería de mí si no tuviera tu azúcar disuelto en mis labios,
si las muchachas rubias enfermara de cáncer
y olvidaran su infancia,
quién daría sentido a este viaje de uniformes kafkianos
si me faltaras tú
o si tú fueras
no más que esa muchacha bailarina en viento de los soviets?