Rafael Escobar

\"LA ENTREGA\"

 

 

La noche estaba clara, bordada con estrellas,
con su luz transparente, de esplendor sideral
se escuchaba en la estancia melodías tan bellas
que sacaban del alma, de pasión un caudal.

En nuestros corazones flamante llama ardía
elevándose el fuego con ardiente espiral,
de forma caudalosa, la venas yo sentía,
corrían desbordantes buscando su nidal.

Su voz tan melodiosa mis fibras penetraba,
con timbre muy precioso, de dulce sentimiento,
su escultórico cuerpo, de deseo temblaba,
la rosa parecía, que azota fuerte viento.

Sus ojos diamantinos radiantes le brillaban,
sus miradas tenían el color de aceituna,
sus senos tan lozanos, fogosos palpitaban
destilando su esencia con los rayos de luna.

En éxtasis divino sus labios balbucían
sintiendo del orgasmo sus mágicos latidos,
sus manos tan sedosas mi cuerpo recorrían
igual que las palomas que van buscando nidos.

Mirando su figura de blanca porcelana,
me sentí Prometeo con el fuego sagrado,
y libando su boca de jugosa manzana
pensé: la pena vale morir encadenado.

Y cuando nuestros cuerpos sus ansias la saciaron
un mortal me sentía conquistando Afrodita,
después de aquel instante, los sueños nos llevaron
al divino Parnaso, que pasiones concita.

 

Autor: Anibal Rodriguez