yito

fantasmas.

En las horas que el reloj viene marcando

el principio y el final de la verdad,

he querido escribir en un poema

de la espina que me hiere en soledad.

 

Nada tengo aferrado entre mis manos

ni tampoco los murmullos oigo ya.

Están ciegos mis ojos y en la bruma

me muestran los fantasmas su crueldad.