Juan M. Gámez Ortiz

¡Ven a mí!

Fundámonos en un nosotros muy bello,
donde ya no seamos tú o yo,
donde pasemos a ser nos.

 

¡Ven a mí! Que yo iré a ti,
a buscarte, a sentirte.
Que yo iré a ti cuando pueda.

 

¡Ven a mí cuando puedas!
Que yo te busco y te espero,
te espero y te busco desde siempre.

 

¡Ven a mí! Que yo voy a ti sin saberlo,
que voy a ti sin querer, me atraes.
Que yo te busco sin conocerte.

 

¡Ven a mí! Que no te encuentro si no me dejas.
Que voy sin rumbo a la deriva
por el mar donde navegas.

 

¡Ven a mí, libertad del alma!
Que yo te sigo a donde vayas.
Que yo te sigo a donde quieras.

 

¡Ven a mí, espíritu lascivo!
Que tus ojos me perviertan el cuerpo.
Que tu alma libre toque mi alma tierna.

 

¡Ven a mí, designio! ¡Ven a mí!
Que seré yo quien te guíe cuando vengas.
Que seré yo quien te salve mientras viva.

 

¡Ven a mí, viento de la noche! ¡Muéstrate!
Que soy yo el que te oye, el que te escucha.
Que seré yo el que oirá las historias que cuentas.

 

¡Ven a mí, jornada ausente! ¡Libérame!
Que soy yo quien te conoce, quien te soporta.
Que seré yo el que te cante al filo de la madrugada.

 

¡Ven a mí, ensueño maldito! ¡Dame la paz que te sobra!
Que soy yo el que se desvela cuando pasas.
Que seré yo el que nunca olvide que me odias.

 

¡Ven a mí! ¡Ven a mí sin nada!
Que soy el que te quiere como eres, por como piensas.
Que seré yo el que recuerde a quién miré por vez primera.

 

¡Ven a mí! ¡Ven tú sola!
Que soy el que te ama.
Que seré simpre el que te quiera.