Rafael Escobar

\"A UNA RAMERA\"

 

 

 

 

 

 

 

La encontré caminando tan soberbia y graciosa,
a su talle flexible le manaba pasión,
en su cuello llevaba los efluvios de rosa,
que entraron en mi sangre con fuerza de aluvión.

De sus labios sensuales, de exquisita bacante,
se vertían los vinos del deseo carnal
con su andar armonioso, de manera excitante
la lujuria portaba, del edén terrenal.

En sus ojos tan claros, refulgentes imanes,
se veían las luces del amor y el placer,
sus pezones erectos, despertaban afanes
de morderlos con ansias, y borracho caer.

Su sonrisa tan fresca, refulgente y coqueta,
las esencias mezclaba, de virtud y malicia,
de manera tan dulce, tan silente y discreta
envolvía en su fuego, sin ninguna pudicia.

Con esa sutileza de cándida paloma,
mis sentidos ardieron, se inflamaron mis venas,
y dejé que mis sueños navegaran su aroma,
y vencidas quedaran, a sus plantas mis penas.

Y distraje mis llantos con la copa divina
que pasión nos despierta por aquello prohibido
en su boca jugosa de vestal venusina
refresqué mis antojos, de sus formas prendido

El placer que me brinda su magnífico encanto
de regalo me llega, del magnífico cielo,
es ella medicina que borra el desencanto
que dejan los amores que fueron negro velo.

¿Es ángel o demonio? ¿Pecado o bendición?
Me llena su presencia brindándome consuelo,
y despiertan sus besos la grandiosa emoción
que convierte mis noches en sublime desvelo.


Autor: Aníbal Rodríguez.