Araceli Vellber

Soledad que aún te queda.

 

Los días se hacen largos

pero las ausencias son eternas,

me aterra del silencio, los ruidos

y de los ruidos, el silencio

y ahora que perdí mis alas, no podré volar

y lo único que persiste en mi cuerpo son escamas,

arrastradas por esta agua de mar,

salada, como las lágrimas de aquel, que dejó de amar.

Y es que el transcurrir de los días, consiste en eso

cambiar alas, por escamas

para conseguir sobrevivir de mis lágrimas.

Las noches en cambio son serenas, tranquilas,

mar en calma,

y solo, para navegar.

Hasta que ella se acerca y me pregunta que te ha dicho

y yo contesto, que no soy yo,

el destinatario de ese beso.