Juguete Rabioso

Sobre el sentido de compartir un café

Pienso. Miro la escena.
Tal vez no sea sobre lo que esta sobre la mesa: un celular, cucharitas, llaves, servilletas, sobrecitos de azúcar, de edulcorante, cafés, papeles, medialunas, un libro, soda, migajas.
Tampoco es el lugar; quizá la luz como en las pinturas. Definitivamente no son los números en la carta, ni en la calle, ni en la cuenta.

¿Qué es?¿dónde esta?

Escudriño los detalles. Y lo encuentro. Es eso que tengo en los ojos y que no dejo de mirar: dientes.
Todos esos dientes, todos juntos, alineados de manera única, suculenta.
Esbozo de una forma deliciosa. De a ratos llenan tu cara y mis ojos, se derrama por todo el espacio, se enciende, a veces por segundos, se estira, brilla (me enceguece).
Como todo lo que brilla en este mundo, se apaga.
¿Para que todos esos objetos?
¿Distracciones, chácharas?
¿Señuelos?
Tal vez lo que está sobre la mesa sean excusas, pretextos compartidos que sostengan la posibilidad de vernos los dientes mutuamente, puentes entre territorios que se añoran.

Quizá juguetes, pequeñas e insignificantes porciones de materia que ensayen una reacción química, coartadas que inventen un encuentro, un simulacro transitivo entre dos cuerpos.

Si y solo si, es así, su presencia tiene sentido, y a la vez, están de más, sobran, son prescindibles.
Pienso; que lugar extraño sería el mundo sin esos dientes delante mío, o peor, que mal sabría el café.
Cavilo; solo sabe bien, porque obstruye mi visión de tu mejor curva, sin eso, lo que esta sobre la mesa carece de sentido.

Reír; estruendo que desgarra el murmullo anónimo en mis oídos. Es voz, y no ruido. Es música, no sonido.

Tal vez, \"café\" sea el nombre de una astucia para mirar vernos los ojos, una oportuna mentira para apreciar un instante más, la cromática de tu boca, estrategia para aproximar su fisiología mientras ríes, su física cuando muerdes, y tal vez anatomía, cuando besas.