Enrique del Nilo

ALUMBRAMIENTO DIARIO

Se va deslizando la espuma del café,

por la columna imperfecta

que repta hacia un esperado infinito,

un desconocido destino,

que no conoce, ni divisa,

pero espera con dogmática convicción

 

Devoro en un sorbo

el aromático tabaco

que se calcina con mi ósculo

y escapa de mis entrañas

cual alma prófuga de su infierno

para perseguir hasta confundirse

con la láctea estela

que el café ha dejado en el espacio

 

La tiniebla se acurruca en la cálida estancia

hasta que el sátiro filo de un destello

desflora su impoluta soberanía,

mientras el esfínter de la pupila

se contrae por instinto de conservación

aferrándose a la penumbra que pernocta en el interior

 

Amenaza la castidad de la himeneal cortina,

la sodomita realidad que merodea

preñada de luz, sonido y colorido;

mientras cuelga en canónicos escaparates

intenciones, esperanzas y propósitos,

al lado de pretextos y excusas,

que se venden en barata

como fruta de temporada

 

Visto el yelmo de cortesía

que me ha forjado la experiencia

con golpes y puntadas de cicatrices;

calzo la espada de la hipocresía,

atizo espuelas de resignación

y ajoto la montura hacia la arena de la jornada

con la convicción del que deja

tálamo y ataúd para el regreso