jeremias perez

El verdugo

La crueldad del verdugo

al tambor enmudeció

lo mismo que hizo ese pueblo

que hace tiempo lo juzgó

 

Ante tamaña ordalía

el reo compareció

culpable según los hombres

e inocente ante su Dios

 

Entre una turba de gente

Y un redoble de tambor

el reo subió al cadalso

despojado de su honor

 

Ante una orden tajante

tan severa y sin pudor

y de forma fulminante

la ejecución se cumplió

 

Un silencio prolongado

roto por un juramento

a cargo de un retractado

que con coraje grito:

 

Verdugo lo somos todos

por dejar hacer al otro

lo que nosotros no hicimos

por no mostrar nuestro rostro

 

Pues no es cómplice menor

el que en silencio se muestra

arropado en el gentío

sin salir a la palestra

 

Un pueblo así de sumiso

domado y aborregado

merecía caminar

toda una vida marcado

 

Lastrado por su vergüenza

y uncido por un gran yugo

ya que pudiéndolo hacer

no evitó lo del verdugo