Raiza N. Jiménez E.

Vuelo Crepuscular.-  

 

 

 

Grito, con gritos que me asombran y nublan mi mente.

No puedo entender el impulso que me insta a penar.

Mi corazón obediente hoy no escucha y me desoye.

Ni siquiera el lento y silencioso llanto me remuerde.

Nada logra conmover las simientes de mi alma quieta.

 

¡Los llantos silentes son sólo gritos lastimeros de dolor!

 

Estas fuentes interminables de salinidades cristalinas,

no se detienen en sus intentos de apaciguar los sentires.

Ellas, tercas y tenaces, buscan la salida para marcharse.

Nunca podría decir, entre llantos, que no he  amado y

 no me han amado con locura y con  importuna cordura.

 

¡Cada amante tiene su única y valiosa manera de amar!

 

Nunca he creído en los que posponen sus expresiones de

afecto y consideración, por ese otro que le llaman amante.

No todos se pueden nombrar con tan significante adjetivo.

Jamás he confiado en los que vuelan sin alas ni horizonte.

Sacra, es la oración que se repite en la mente adolorida.

 

¡La oración redime a esas almas dolientes que claman!

 

Más de una vez me he visto avanzar en rumbo cambiante.

Soy golondrina, ruiseñor, gaviota y presto águila al volar.

La mesura de mis sueños no me detiene, si busco libertad.

Las empinadas montañas me hacen delirar con las nubes.

Quiero estar cerca de la divinidad para suturar mi alma.

 

¡En vuelos abatidos verás a aquellos que quieren llegar!

 

Raiza N. Jiménez/ 2/ 6/2016