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A nuestros Abuelos.

Al suelo que pisan nuestros mayores deberíamos alabar,

son sus manos agrietadas , doloridas y torcidas por el frío,

el hielo clavado en sus huesos, mientras el verde olivo atacaban con una vara 

o mano sin más.

Son sus manos quienes trabajaron en minas,

a solas, a oscuras y con la espalda dolorida;

son sus manos quienes nos trajeron libertad.

Libertad que acostumbrados a ella, no valoramos y queremos más.

Que seríamos sin ellos,

sin raíces que sentir ni recordar.

Hay queridos abuelos siempre os volveremos a añorar y anhelar.

 

 

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