Andrea Leon Hdez

Dos y un pares de mentiras.

No es que no tenga inspiración sí de usted no se trate,

así como que no es que llueva por la condenzación del agua;

pero, por supuesto que no es que le extrañe por su ausencia,

casi tan incierto como los colores del alba.

 

No se te hace que todo es engañoso, 

casi como si quisiera pillarle en una mentira,

casi tan incierta como las que le he dicho yo,

tan incierta como las que me he memorizado yo.

 

No es que no tenga la facultad de ver bonito lo bonito sólo por su partida,

su acusación infame como un color azul en la gama de los fríos;

que curioso es lo curioso,

que entre más curoseo dentro de su paradero

más le pierdo el rastro.

 

No es que pierda el tiempo,

para nada,

el tiempo tan bello que se me ha otorgado jamás le he de dedicar,

mi declaración tan veráz cómo los rayos roji-verde del sol al caminar por la vereda.

 

Claro, claro

comprendo,

pareciera esto un traba lenguas tratando de usurpar la razón en cantos de lluvia,

pues no,

no es un traba lenguas de esos que traban la lengua cuando la lengua trata de trabar lo importante.

 

No es nada de lo anterior dicho,

tan segura estoy de mi acusación 

como de los girasoles violetas del patio de frente,

tan segura como el conejo gigante, 

tan segura como la locura andante.

 

Y no, 

no le he mentido,

de verdad le afirmo,

que desde cada camino que he seguido

no le busco ni le sigo,

no le encuentro ni le espero,

no le quiero ni le deseo;

jurito por Diosito

que tan cierto como el fuego en el hielo

y el mar en el desierto,

así de verdadero le confieso que por mentiras no le doy ni un beso.