Juli Zam

Había otra vez

Una mamá que también era tía….

todos los eneros un año más cumplía

y en cada vela de pastel  que sopló

un deseo con los ojos cerrados pidió

 

Pedía que sus días estén colmados de alegría

y que nunca le falte muy buena compañía

su ángel bueno, siempre consentidor

cada una de sus peticiones le concedió

 

 Por eso en su hogar nunca le faltaban

maripositas risueñas que por allí  revoloteaban

muñequitas preciosas de ojos vivaces

princesas coquetas, dulces y audaces

 

Una a una sus niñas fueron asomando

y poco a poquito su alma se fue llenando

tanto era así que tan solo al ir caminado

con amor por doquier andaba tropezando

 

Pequeñitas, dormilonas, arrugadas

piecitos encogidos y manitas apretadas

con dulce olor que a ella fascinaba

en sus brazos cariñosos para dormir les cantaba

 

Le llenaron la vida y las paredes también

de garabatos y colores en un santiamén

un enojo inoportuno sin argumento quedaba

con sólo un “te quiero” de boquitas pintadas

 

Aprendió un par de trucos para hacer mil peinados

trencitas, colas de caballo y flequillos de lado,

con lasitos y moños en cabellos negros y dorados

adornó cabecitas de pelito lacio y rizado

 

Cosío vestidos con cintas y vuelos

festones y ruedos que llegaban al suelo

jugó a las muñecas y a la cocinita

y tuvo que probar aquella comidita

 

Se hizo atender sin ninguna pereza

en improvisados y finos gabinetes de belleza,

sus  uñas algo embarradas quedaron 

y sus esmaltes favoritos todos derramados

 

En su cajón de recuerdos bajo llave guardaba  

tesoros valiosos que con nostalgia recordaba

dientecitos, zapatitos, dibujitos de corazón 

que pequeños deditos le hicieron con amor 

 

Recibió innumerables y primorosas  invitaciones

a cumpleaños, sacramentos y graduaciones

las vio vestiditas de blanco cuando eran chiquititas

y engalanadas de rosa cuando se hicieron señoritas

 

Las más pequeñas todavía usaban biberones

las más grandecitas ya preferían los tacones

las vio cambiar muñecas por vanidoso maquillaje

y emprender por la vida un ineludible e incierto viaje

 

Y así… de tantas princesas lindas que  tenía

orgullosa,  esta mamá que también era tía

presumidamente, una reina se sintió.

y con cariño a sus niñas un cuento más les inventó.

 

Colorín colorado, este cuento no ha acabado

pues florecillas, en su jardín seguirán aflorando

para hacer que su existencia sea llena de sol

y que siga por doquier  tropezando con el amor