La moza mas bella la vi una mañana
llevaba en sus ojos la luz de la aurora,
con tierna mirada, sensual, soñadora,
que alumbra la vida de forma pagana.
Su voz parecía de dulce sirena,
su timbre tenía secretos encantos,
con dulce armonía de mágicos cantos
el alma invadía de forma serena.
De estampa radiante, con faz seductora,
sus manos de seda, su boca de grana,
había en su rostro de diosa romana
candor que seduce, que envuelve y devora.
Sus formas divinas de hermosa bacante,
mostraba con gracia de niña inocente,
vestal parecía, sublime y candente,
sembrando en el pecho pasión delirante.
Su gracias divinas estaban rellenas
con rayos celestes de raros fulgores
que logran caigamos borrachos de amores,
que nublan la mente, que crispan las venas.
Jamás se me olvida su fresca hermosura,
su efluvio de rosa cubría mi estancia,
me dio sus caricias con mucha constancia
llenando mi vida de inmensa ternura.
Y tanto la quise, que fue mis delirios,
mas luego se marcha, sabiendo destruía
la gran primavera que rauda crecía,
muriendo en el acto los nardos y lirios,
Mas yo la recuerdo con ansias vibrantes,
y siempre sus besos los llevo guardados
igual que se guardan tesoros preciados
que dieron sus lumbres a nuestros instantes.
Autor: Aníbal Rodríguez.