José Roberto Vásquez

TU DIÁFANA FORMA DE AMAR

La barca estaba en camino, navegando mar adentro, haciéndose invisible poco a poco, en tanto el tiempo pasaba y la barca ya no estaba a la vista y solo se vislumbraba la estela de espuma que volvía a unirse con las olas y su pista ya no podrá ser vista, ni se podrá rastrear pues se marchó para siempre, tal vez algún delfín , de esos que juegan con su cola puedan decirme el rumbo de la barca en la que se fueron tus recuerdos y tu perfume que servía como aura de tu figura angelical , sin embargo en la dilatación de estos momentos , en el transcurrir de los pensamientos se me ocurre que tu partida abrupta fue justa , como fue de veloz tu estadía en mi astillero en el que reparé tus abolladuras , pero el viento apasionado empujo nuevamente con fuerza la vela de tu barca y no podías detenerte , aún así lo quisieras . Quien puede resistir la oportunidad de navegar cuando el viento apasionado sopla la vela de nuestra embarcación con rumbo disperso y que en el momento menos pensado el viento deja de soplar y con un poco de suerte llegas serenamente a otro puerto , no es la suerte para todos.
Seguramente ese viento apasionado hará que unos encallen en las rocas o en las arenas de alguna playa de la que no podrán escapar.
y otros quizá con mejor suerte quedaran a la deriva en medio de la mar , esperando alguna ráfaga de ese viento apasionado los arrastre a otro destino antes de morir por los excesos de sus desnutridos cuerpos.
No hay atajos para los lugares donde vale la pena ir.