Max Hernandez

Un mar de rosas rojas...

Vivía un pintor en soledad, en su pequeña casa junto al mar,

donde se dedicaba a pintar, y a soñar con poder amar.

Pues enamorado estaba él, de una actriz famosa y popular,

cuyo amor nunca pensaba tener, pues era ella una estrella difícil de alcanzar.

 

Sabía que a la que en secreto amaba él, las rosas rojas le hacían suspirar,

Y que no podía nunca rechazar, cuando le traían un ramo de ellas a su hogar.

Entonces el pobre pintor de tanto soñar, quiso sus sueños hacer realidad,

Vendió todos sus cuadros, sus pertenencias, y hasta su pequeña casa,

y con todo el dinero que juntó, un millón de rosas rojas pudo al fin comprar.

 

Ella despertó en la mañana al sentir, el inmenso y profundo perfume

Que invadía toda la casa, su cuarto, el aire de todo aquel lugar.

Y al abrir la ventana pudo al fin notar, un  mar de rosas rojas,  en su portal.

 ¿Qué es esto? Se pregunto, frotándose los ojos, aún incrédula,

¿Acaso sigo dormida, y esto en un hermoso sueño y nada más?

 

Se preguntaba una y otra vez, admirando el mar de rosas bajo el portal.

¿Es quizá un hechicero genial, o un poderoso y rico caballero quien

hizo tal maravilla en este lugar, al convertir en rosas rojas todo un mar?

Se seguía preguntando a si misma la actriz sin poder entender

Quién pudo ser el artífice de un hecho tan memorable y sin par.

 

Bajo el balcón, parado y oculto en un rincón, estaba el pintor,

disfrutando de la escena y de la sonrisa de la bella actriz al admirar

El enorme y maravilloso regalo que le había traído para poder

Mostrarle la magnitud de su amor y su entrega total.

 

Temblaba el pobre pintor, casi hasta desfallecer, sin poder soportar,

La incógnita de saber si la actriz lo aceptaba o lo iba a rechazar.

Pero la actriz cayó en sus brazos, sin poder comprender,

Como era posible encontrar a alguien que pudiera de tal manera amar.

 

El encuentro fué rápido, efímero, dulce, tierno y fugaz.

Luego de una noche de amor y pasión, de poder el cielo tocar,

La actriz partió con rumbo desconocido para poder continuar,

Regalando al mundo las artes, con las que ella sabía deslumbrar.

 

Se quedó nuestro pobre pintor solo, una vez más,

Ya no tenía posesiones, ni cuadros, ni casa frente al mar,

Pasó muchas penas y desgracias en su vida, hasta que al final,

Partió del mundo sin que nadie siquiera, lo pudiese notar.

Pero en su corazón siempre guardó hasta la eternidad,

Una noche de amor, para quien fuera su Diosa irreal.

 

La actriz nunca pudo regresar a aquel mágico lugar,

siguió viajando por el mundo, regalando alegría y felicidad,

pero ni su corazón ni su alma pudieron nunca jamás olvidar,

a aquel que cambió su vida, para poderle flores regalar,

Y convertir en rosas rojas, todo un inmenso mar....