anbel

Ojos cerrados

Cuando cerró los ojos, no se creyó lo que le estaba ocurriendo. De un plumazo el vacio había desaparecido. No veía nada, pero lo sentía. Sentía que volvía a ser ella misma. La  ciénaga en la que se estaba hundiendo había desaparecido. ¿Cómo podía ser tan fácil?, ¿se trataba quizás de prescindir de un sentido para agudizar otros?, no tenía otra explicación, ¿o más bien sería porque en esa oscuridad, profunda, buscada adrede, se estaba reencontrando consigo misma?.

Era consciente que de ella ya no quedaban más que escasos vestigios. ¿Cómo había llegado a ese estado?, ni ella misma lo sabia… ¿o sí?...Había entrado en tal espiral de autodestrucción  que acabo recreándose en ella. La asustaba, pero al mismo tiempo la atraía y termino por dejarse vencer y hundirse en ella. No podía echar la culpa de ello a nadie, ella era la autentica responsable de lo que le estaba ocurriendo. No era ninguna ignorante, pero prefirió ignorar la espiral en la que se había metido. Pudo haber reaccionado a tiempo, pero no había querido…la verdad era esa….conscientemente se dejo arrastrar sin poner oposición ninguna…

El vacio en el que entró, era, ¿cómo describirlo?....¡horrible!…ya nada importaba….La situación por vertiginosa y desconocida, aun la atraía mas….y así se dejó vencer. ¿Dónde estaba su fuerza, su vitalidad, su pasión?...todo había desaparecido…tan perdida estaba que llegó a perderse totalmente, hasta tal punto que se sentía una autentica desconocida consigo misma.

¿Y qué decir de la indiferencia?, ese sentimiento de que todo da igual y que tanto odiaba….también estaba allí. La indiferencia se recreaba en ella, y la arañaba causando severos arañazos donde más dolían…. ¡y como dolían!, pero le daba lo mismo. Por lo menos aun podía sentir aunque no disfrutar. Recordaba con ironía que solía pasear cantando…¿Cuándo y por qué dejó de hacerlo?...Y su risa, tan contagiosa….¡Ya ni la recordaba!...

Tampoco ya se acordaba de sus lágrimas, porque de tantas derramadas…se habían secado, y aunque lo intentara ya ni una brotaba…

Su característica principal, la constancia, la había abandonado. Se sentía orgullosa, de esa “virtud” con la que había nacido, y es  que, en realidad, todo lo que había logrado se lo debía a ella. Para su desgracia, se había ido también al carajo.

Ya nada quedaba, ni siquiera su peligrosa impulsividad. Peligrosa, porque para bien o para mal, era su perdición o su tabla de salvación, según como se quisiera ver. Por ella había cometido algún que otro error, pero también en numerosas ocasiones, al dejarse llevar por ella, se había sentido muy bien y reconfortada.

Y qué decir del miedo…siempre se había considerado una mujer valiente, muy echada para delante, y ahora tenía miedo….¡qué sensación más rara y amordazante!...miedo del pasado, del presente, y por desgracia del futuro…Estaba acojonada….

¿Cómo podía estar ocurriéndole todo esto?...

Con los ojos aun cerrados, los apretó mucho más hasta hacerse daño. No quería abrirlos porque al menos en esa oscuridad desconocida, dolorosa y solitaria, era consciente de su verdadera situación. Una situación límite, en la que verdaderamente había tocado fondo…una situación que la asustaba y que la llevaba a odiarse a sí misma…Una situación que si no quería para nadie, menos la deseaba para ella.

¿Cómo me ha podido pasar a mi?...Se descubrió muy débil….nunca pensó que lo fuera tanto…y volvió a tener miedo….mucho miedo, miedo a lo que no podía dominar y se le escapaba, miedo  a su vulnerabilidad…

Sabía que tenía que abrir los ojos, siempre le habían gustado los colores, los distintos matices que pincelaba la vida…ver y observar  esos pequeños detalles que para los demás podían pasar desapercibidos pero para ella no.

De repente, sintió muchas ganas de abrir los ojos…pero tras pensárselo mejor, decidió que permanecería un ratito más con ellos cerrados……