Eugenio Sánchez

MOLINO DE PIEDRA

Molino de piedra

Al pie de una acequia muy juntito al río

una rústica barraca  solitaria,

con sus pircas de piedra y techumbre de paja,

de puertas, blanqueadas y místicas ventanas;   

orlando el patio tres piedras negreadas (el fogón) .

Llega don Antonio Vásquez con su piara;

con sacos de lana repletos de trigo.

“Ha venido a moler  pa su fiesta en Jaulabamba”

Don Julio ( el molinero) está chacchando coca.

Se inmola el sol en las colinas,

 los bulliciosos choreques regresan a su nido,

los zorzales  cantan, las  palomas aletean en los alizos.

Un últimosuspiro crepuscular mece los eucaliptos. 

Está inmóvil la piedra   cual gigante dormido.

La tolva ha engullido   todo el cereal,

el molinero levanta la compuerta,

 el agua turbia es  un soplo de vida

 el torrente  nutre  las entrañas,

¡Milagro!

 La piedra vive  danza sobre la otra;

el trigo cae en sempiterno chorro.  

Feliz y vigilante el molinero va chacchando

 Desde lejos hóyense    los estruendos,

son dos mundos  gemelos en combate

 dos titanes en atronadora lucha;

 dos quijadas hambrientas, insaciables

que en su pugilato magullan el   grano, 

 mastican la mies, escupiéndolo en polvo nutritivo.

Es el  molino de piedra, un molino viejo,

 es hermano del  sauce y de la noche,

está ya ebrio y extetenuado de tanto girar.  

¡Ho! Molino de piedra, misterioso y huraño,

madriguera de traviesos duendes 

que juegan  en tu  cárcamo;

 cuando falta el grano en tu tolva, enfureces,

golpeas con  rabia el dorso de tu contrincante

que inmóvil está condenado a la sumisión.

Negras pinceladas van tiñendo el paraje,

los sapos cantan sus plegarias nocturnales;  

y pasan los minutos y las horas;

de pronto,  la piedra se detiene.

¿Qué  sucede? ¡Carajo!- (dijo don Julio),

 don Antonio  sale corriendo,

“aguanta cholo no bayas es malhora

es el duende que detiene la rueda,

 déjalo que juegue este fregau”.

Pasan unos instantes y todo vuelve a ser normal.

¡Oh Molino viejo!   

Las vigas polveadas son testigos de tu eterno bailar 

y el humo blanco cubre todo,  

sombrero, barba, poncho, hojotas,

sacos, jergas, linterna y todo, todo de blanco,

hasta al pequeño lamparín humeante

que pende de una estaca en la pirca.  

Yo dormía acurrucado en una esquina,

y gracias a la brisa  que calaba mis huesos

entre sueños oía el comentario que hoy escribo

y no puedo olvidarme, está en mi mente

la imagen de aquel   molino viejo,

viejo como las piedras, viejo como el tiempo.