Samuel Santana

Corazones bifurcados

 

Al no comprendernos, nos separamos.

Ella, para olvidarme, se fue a un pueblo lejano y habitado por gentes malvadas y de ojos crueles.

Como ellos, aprendió el desprecio y el egoísmo.

Se tornó en alma perdida en la angustia y el rencor.

Yo, para borrarla, partí hacia una aldea remota donde  encontré seres incultos pero de sentimientos hermosos y nobles.

Me enseñaron el valor de las flores,

de las aves, del mar y de la sonrisa.

Con ellos descubrí la paz y el sendero de las estrellas en las noches oscuras.

Como la vida suele ser así,

andando el tiempo nuestros senderos bifurcados volvieron al punto de coincidencia.

Ella con el corazón abundante de amargura y

rencor y yo, en cambio,  comprensivo y dispuesto al perdón y al amor.