Aguilart

Guitarra maderera

Te descubrí una tarde

entre una urbe fría,

frívola ante el arte,

escudriñé entre tus dedos,

desnudé tus melodías

cuando con paciencia 

encontré un fulgor 

entre tu mirada de acordes sonoros.

 

Te hablaba y me entendías.

bendito el cedro que te engendro

benditas las manos que te tallaron, 

dichoso he de ser yo 

que te acaricio con mi piel, 

que te veo y te escucho.

 

Guitarra maderera 

que me acompañas 

en las horas obscuras

y en las otras,

que has sido mi única compañía

cuando estoy rodeado

de multitudes,

amo tu música, 

esa que me susurras al oído 

con vehemente ritmo,

con quietud, 

ese ritmo que mis dedos 

han recorrido en tus muelles

y han hecho resonar

bella música en tus labios.