walter luis

Viento

Ayer te escuché pasar

por álamos silbantes,

y en las chapas del tejado

te sentaste a descansar.

Como en días de niñez,

hojarasca en la vereda

con formas de caracoles

como buscando una senda,

jugabas y desarmabas

la colchoneta de raso.

 

Siempre fuiste el cartero

que me traía las nuevas,

retornando las nostalgias

en mensajes sibilantes.

Las vueltas que dio la vida

sin cesar, y lentamente

las grabé en mi memoria

para volcarlas en versos,

marcadas en el espacio,

y el tiempo como testigo.

 

Hoy te pido, mensajero

un favor muy personal:

que des una serenata

a la niña que me apresó,

escrita hace mucho tiempo

con estrellas y luceros.

Para que sea un secreto

no la lleves a otros vientos

Mi secreto es para ella…

y para mí, por supuesto.