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De mi libro: \'\'Mujeres encantadoras Belleza enriquecida\'\' Danza del vientre (De Silva al verso libre)

Jirones, danzas arcanas ávidas

que me envician al verte.

El poco tiempo a tus fatuas vendimias

artes inestables, luces sobre ti

fulgores de tus prendas

por azules de estrellas...

y las vistas tremendas

encomiendan estragos a mis ojos

que ahora brillan más por el pecado

porque eres la cerca que, de cerca

me encierra sin salida y,

mientras encerrado esté

voluptuosamente mi alma ha de comer.

 

Abundancia en belleza

piélagos tus movimientos sensuales

son los que tampoco sé yo respetar.

La métrica musical

corrompe deseos míos al danzar

cuando tú sólo muestras

tu alma ya alegre.

Sé que tengo debilidad errabunda

¡Demonios, qué prueba tan fascinante!

la tentación en varias tentaciones

y las tentaciones en una sola,

me llevarán a un infarto juvenil.

 

La rítmica de tus pies

con la joyería y los colores,

bendecidos los suelos

—latidos retumbantes—

abrirán mi corazón de este placer

que no puedo contener

porque tan sólo al verlos

descubiertos, ensimismada mi alma

sobre esas linduras que andan en aguas

en constantes movimientos, naufragan…

tanto que en mi espíritu dejan fragilidad

y ellos cargan el resto,

entero resto que yo he de soportar.

 

Pilares indóciles;

furtivos a avisperos,

los corazones de miel.

El mío te lo entrego,

¡Ves que no lo sosiego!

Surcan mis impulsos a través de ellos

larga es la distancia que no he de parar

debo yo trepar, tardar para alcanzar

rodear completamente.

Se mueven constantemente, pues ni así,

yo bajaré para volver a empezar;

caricias enervantes…

¡Qué bellos los pilares!

 

Fabulosas las molduras traseras;

fulminantes mis efectos aumentan

y exoneran mis cargos vulnerables

dando vueltas; a todas partes miran,

meciendo la música,

translúcidos coherentes

que es de lo que me embriago

Caderas sueltas tiemblan de lujuria,

echan perfumes para así condenar

a hombres, como yo, que yo he de revelar.

 

Jarras de agua fresca… ¡que mía sea el agua!

No llegan porque saben

que el agua entera tiran;

mezquina su voluntad;

exaltadas, benditas y puras son.

Yo lo único que les pido a las jarras:

Ayúdenme, no me bajen las ganas”.

 

Arriba, abajo y de lados está el

vaivén de las jactancias,

tu cuerpo extremado, figura bella,

nos extermina a los placenteros

por las telas que relumbran

y relumbran a tu cuerpo perfecto.

Con música se muestran,

asombros verdaderos,

que en coma me ha dejado

esta danza del vientre.

 

Copyright © 2014 por Abdón de Jesús Cortés Suárez.

Número de Control de la Biblioteca del Congreso de EE. UU.: 2014921210

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