Max Hernandez

Meditando en la playa...

A orillas del inmenso mar, observando el horizonte infinito, cubierto de arena y sintiendo en los pies el refrescante frío de la caricia helada de las incansables olas, que con su blanca espuma besan incesante e incansablemente la playa solitaria donde me encuentro, miro a mi derredor, aspiro profundamente la brisa marina y sonrío.

Me encuentro solo y aletargado ante tan colosal paisaje, donde se conjugan a la perfección las obras de la creación toda, el cielo, el mar, la tierra, las aves, los peces, los árboles y las rocas, el movimiento ondulante y perfecto de las hermosas olas. Todo es vida, todo es maestría perfecta del diseñador eterno, que quiso regalarnos un paraíso terrenal, y no un averno.

Cojo un poco de arena mojada en mis manos, y encuentro no solo arena y agua, sino también objetos extraños, desechos y desperdicios del quehacer mundano, con los cuales estamos convirtiendo este maravilloso mundo en un basurero pestilente, donde dentro de poco no cabrá un alfiler más, por el exceso de población y la contaminación de la gente.

Dejo de sonreír, y ahora estoy triste y molesto. Quiso el gran Dios todo esto? Nos creó un mundo perfecto para nosotros convertirlo en un chiquero y un esperpento? No lo creo. Me niego a aceptar tamaño desacierto. Creo que la creación nos fue regalada para disfrutar de ella, para convivir con los animales, las plantas, el sol, la luna, las estrellas. No somos dueños de nada, a veces ni de nuestro propio destino. Por qué entonces nos comportamos con tal desatino?

Cierro mis ojos, y mi alma vuela con la brisa marina, se une a una bandada de gaviotas y se enfrenta a nuevas olas. Tomo mi libertad en mis manos, me uno a las estrellas, al viento libre, a las olas eternas, y me deshago de mis harapos humanos. No quiero ser esclavo de deseos y necesidades vanas que nos imponen, una sociedad de consumo y desorden. Quiero todavía disfrutar de un amanecer perfecto, de poder respirar un aire puro, parado en la arena de una hermosa playa. Quiero aún disfrutar del vuelo de las aves, de la grandiosa belleza de los árboles, de la fortaleza de las rocas solitarias, y de las límpidas aguas de los mares.

Pido a Dios que nos permita seguir disfrutando de esto, pido que traiga cordura a cada uno de mis hermanos, sobre todo a aquellos, que siguen cometiendo cada desacierto, y contaminan día a día, nuestra casa, nuestro único hogar en todo el universo....