Por fin te encontré: mi Marte
Detener el estío
en pleno Marte 
bajar todos los planetas
donde hiere el espino.
Los cabellos negros de Nivaria
rompieron en carnosos labios
un cajón lleno de retales
que usaron como llave
una lagrima sólida .
Duros manotazos en las nalgas
trémulas,
suplicantes,
que me llevaron 
bulevar abajo.
Con un dedo limpié
de mi comisura
con osado ímpetu 
babas de sol
cansancio de alianzas 
de acabado deslucido.
Mate.
El diácono de la cópula
consistorial
 dictó ausencia
de amor, yo acaté
y me descubrí 
separado y deslucido.
Mate.
Cayendo en el cesto 
de mimbres sueltos 
en un planeta nefasto
escanciando Marte 
con sus dos satélites.
Lancé la mano
a ver dónde agarrarme
y topé un rallo fino
en él solté todos los humores,
caí.
Brillante.
Raso.
Satén.
Seda.
Casi reparo mi cordón.
Umbilical.
Casi junto dos luces
apagadas 
casi las atizo
y me uno en uno
únicamente solo
en solo uno.
Mate.
Con brillo lúcido 
Ciego.
Mortecino.
Rojo vivo.
De Marte.
Mate.
Mi amigo 
separado de ti mismo
que estás solo.
Dos planetas se unen 
en una supernova 
y juntos en una
para la eternidad
desaparecen.
Marte.