El madroño se encuentra ya cubierto
con su manto, de flores adornado,
el ambiente parece gran concierto
por la Reina Natura engalanado,
Los canarios afinan sus clarines
y le ofrecen su trino a Primavera,
que vestida de nardos y jazmines
su corona presume por doquiera.
El zumbido percibo de la abeja
que a las flores, su polen extraía,
la corriente del río me refleja
las esencias de amor y de alegría!
Con el alma bañada en poesía
en belleza mi numen viaja inmerso,
bajo el roble que el viento sacudía
me sentía cantor del universo,
De repente escuché la alegre risa
que cubrieron mis sueños de armonía,
y girando mi cuello muy de prisa,
la miré, que graciosa sonreía.
Al instante sentí la gran corriente
que de fuego llenó mis calmas venas,
en su rostro, tan tierno y tan sonriente
yo miraba las míticas sirenas!
Al mirarme se puso avergonzada
y con pena me dijo como excusa:
de mañana, nadar a mi me agrada,
y sus senos cubrió con blanca blusa.
Me quedé de su figura tan prendido
observando su cuerpo tan divino,
que mis versos perdieron el sentido
y se hicieron un mar en remolino.
Autor: Aníbal Rodríguez.