kavanarudén

Poda existencial

Para que la vid sea productiva y dé lo mejor de sí, tiene que ser podada cada año.

Operación que se hace en invierno, cuando la planta ha perdido todas sus hojas. Un momento en sí vulnerable para la misma.

Un trabajo de precisión en donde el podador debe conocer el comportamiento de cada variedad, de cada viñedo y de cada cepa. De alguna manera debe saber interpretar lo que cada planta le está mostrando con su aspecto y actuar.

No es un cortar por cortar, sino saber hacerlo. Todo un arte aunque parezca un trabajo sin importancia o banal.

Este proceso es doloroso para la planta. Tiene que procesar y sanar una herida profunda. Herida que al final la hará más fuerte.

 

Pensaba que en nuestra existencia sucede lo mismo.

Me referiré a mí. Mi experiencia personal que puede ser compartida o no.

La vida en ocasiones me ha “podado”. Cada poda comporta un sufrimiento, un dolor, una pérdida de algo o alguien. Herida que he procesado solo o en ocasiones acompañado. En un primer momento he negado, he renegado, no lo he aceptado. Mi condición se ha revelado derramando no pocas lágrimas hasta que llega el momento de la aceptación. Ante lo imposible solo queda la aceptación, no la resignación (Soy particularmente contrario a la resignación).

Después de la aceptación el dolor ha disminuido y en ocasiones desaparecido. Tengo que confesar que hay dolores que no desaparecen del todo a pesar de los años pasados, pero he aprendido a vivir con ellos. De alguna manera me han hecho más fuerte. 

La vida sabe en qué momento cortar. Es una artista y conoce muy bien su arte. Para la poda ninguno está preparado ya que no se nos avisa con anticipación; viene corta y ya. Esto hace aún más doloroso el momento.

Si se nos avisara creo que no viviríamos en paz. Pasaríamos mucho tiempo preparándonos para algo que es imposible prepararse. Cuando llega, llega y basta.

No tengo un concepto negativo de la existencia, ni menos masoquista. Para mí la vida es oportunidad. Toma de decisiones asumiendo las consecuencias de las opciones realizadas. Un camino donde no estamos solos. Hay muchos más en esta maravillosa aventura de los cuales podemos aprender y enriquecernos.

Como creyente creo que Dios guía mis pasos y si permite esa que yo llamo “poda existencial” es porque quiere lo mejor de mí. No porque goce de mi dolor. Quiere que dé el 100% y no me conforme con la mediocridad.

No pido que cesen las “podas” en mi vida, sino que pueda salir airoso de ellas siendo más fuerte, más realista, más pleno, en una palabra, más humano.