Despreciada estaba la vida;
unos llegaban, otros, se mantenían, y
otros agarrados al sinsentido,
esperaban decir adiós al problema,
también a la solución; a la
verdad y a la mentira; al corazón;
a la razón; a la vida...
La oquedad -era evidente- los
acechaba, y el sol al esconderse
se llevaba consigo todo el delirio
que su día albergaba.
Me preguntaba, sentado en el
rincón del tiempo perdido, cuánta
verdad se escapa de cada
palabra y cuanta mentira podría
soportar la razón.
Palabras, sólo palabras, la
gente habla; ríe; calla y grita,
la gente miente. La mentira
es engendrada por buenos y
malos, por talentosos y parásitos...
La mentira Borbolla
del ser sin esfuerzo.
Me preguntaba sentado
en aquel trono explotado,
¡cuánto miente la gente!.
¿Una, dos, mil veces cada
día? Cuando las boca de la
gente habla, ¿que porcentaje
de palabras son mentira? ¿el
noventa por ciento, el
noventaycinco?
Ya la luz se atisbaba en
en el horizonte. Cada vez
más silencio pero
no menos mentiras.
Gordos y flacos, bajos y altos,
niños y adultos, todos conviven;
todos se comunican;
todos hablan; todos mienten
y el sol que ya perdido en
ese día me abandonaba,
se reía yéndose...
Parecía decir en su boca
de fuego, !inútiles, absurdos!
llegará mi amante la
luna, y vosotros os seguiréis
mintiendo...