Elena Mateos

Suspiros.

Suspiros que fluyen, que salen de tu interior.
Ahogados, que gritan en silencio un deseo que no se cumplirá.
Suspiros profundos cuando sientes que te falta el aire.
Que parece que no abarcan el necesario para respirar.
Suspiros nocturnos por algo que no entiendes demasiado bien.
Algo que crees recordar de otros, aunque diferentes.
En la mañana tras el café. Suspiros con cada pensamiento.
Suspiros en la ducha, con los que se te eriza la piel.
Que si no suspiras te ahogas y vuelves a hacerlo de nuevo.
Que buscan desesperados aquello que los hará desaparecer.
Pero no llega y se acumulan en tus pulmones.
Y no los atrapas y vuelven a nacer de tu boca.
Que te distraen durante el día y te desvelan en la noche.
Que no te dejan pensar con claridad, te absorven.
Solo suspiras, no eres capaz de concentrarte en nada.
Y solo una cosa puede hacerlos callar, aquello por lo que corren.
Aquello que te revuelve y que callas.
Y es por eso que suspiras, por no poder hablar.
No ser capaz de expresar lo que sientes y así nacen.
Como un nuevo lenguaje para poder comunicarte.
Pero sin traducción alguna que haga capaz interpretarlos.
Solo tu mente, tu corazón, tu cuerpo...
Solo ellos saben de su significado, y tú.
Tú lo sabes, así pues habla y deja de ahogarte.

 

\"Mis reflexiones de sofá\"