Figaro

De la abundancia del corazón, habla la boca.

Él es el núcleo de mi cordura,
de mi pasión y fortuna.

 

Él es energía pura,
el motor que mueve mi corazón, siempre suyo.

 

Él es el fuego, la llama, el sol y la luz,
que evitan que me hiele
en el frío invierno.

 

Yo, humilde devota de la religión de sus ojos,
Yo, eterna esclava de la textura de sus labios,
Yo, agua que corre en el cauce de sus fuertes brazos.

 

Pues él es vida,

Mi vida.