Jaybert Jurlian Escalona

Post Mortem

 

 

 

 

 

¿Quién podría anticiparse ante la muerte?

Que entre sus manos se lleva la vida

¿Quién tendría valor para ser fuerte?

Y así soportar el dolor de su partida.

 

 

             I

 

       Era de noche,  una tan oscura y tenebrosa            

               y en el vacío de mi mente escabrosa,                      

                     Mi cuerpo se deshace de su credo,                          

                 Para hundirse en la mendiga tristeza,                 

Que evoca su magnifica belleza;

Navegando en el mar de su recuerdo.

                                  

Escuchando en silencio el susurro de la brisa,

Sobre  murmullos se escucha su risa;

En los escalofríos me quedo inerte

Sintiendo el soplo de su presencia

Tocarme el cabello con inocencia

Sujeto a las tinieblas de su muerte.

 

Mis ojos se abren dudosos, buscando los suyos

Y a cambio de eso veo perder mi orgullo

Al pensar que sólo fue mi locura;

Mi corazón se había ilusionado

Cual muchacho loco y enamorado

Creyendo que dejaba su sepultura.

 

Preso del pánico, creí que soñaba contigo

Y así me levanto a ver si consigo

El mirar de sus ojos taciturnos

Volar sobre la niebla y la soledad

Como fantasma triste en la oscuridad

Que despierta mis deseos nocturnos.

 

Salgo del cuarto y en medio del miedo deambulo,

Camino en el aire y al viento formulo

El latir de las letras de su nombre,

Mientras mi alma marchita te ansía

Mi cuerpo aferrado a ti te porfía

 Y en su ausencia me sentí poco hombre.

 

La muerte es aquella limitada muralla

Una tan alta, y a mi hace falta agallas

Para así atreverme a desafiarla…

Al entender que no me respondías

Me siento al piano a ver si aparecías,

Pues ya estaba cansado de buscarla.

 

Devastado, abro la tapa del  instrumento

Para resignar al triste lamento…

Retirando de este piano lejano

La música sensible que padece

y de pronto entre la niebla aparece,

el espectro de su lánguida mano.

 

Juntos tocamos una sinfonía macabra

Sin escucharle ninguna palabra.

Mi mano impaciente toca sus dedos

No son iguales ahora son fríos

Cadavéricos secos y baldíos,

El cual hurga el fondo de mis miedos.

 

Muertos en el placer de la música sonora,

Mi espíritu preso al tuyo te añora

Y dejando atrás el temor que tienta,

Poso mi vista para ver su hermosura

Y en la niebla volaba la blancura

De su rostro una terrible osamenta.

 

Todavía en mis pensamientos la recuerdo bella

Cual rostro  de una hermosa doncella,

Que se encuentra tocando a mi lado,

Con un níveo vestido de gala

Te levantas caminando por la sala,

Mientras yo permanezco sentado.

 

Entre la lujuria quiero tocar en secreto

El dulce armazón de su esqueleto,

Para tomarla corro a sus brazos

Pero en un santiamén desaparece

Con este deseo que me apetece

Dejando la dolencia del rechazo.

 

Estoy derrotado, mi vida no vale nada.

¡Lo encontré! Es mi vida desdichada

Que cada vez me separa de tu amor.

Es ella la culpable

Que me ha vuelto miserable

Y me causa tanto dolor.

 

Me divorcio de la vida y me uniré a la muerte,

Es la única manera para verte

Para estar juntos en la eternidad

¿Qué se sentirá morir?

No sé, tal vez como dormir.

Es hora de hacerlo realidad.

 

Corro a la cocina, en busca de un cuchillo

En el salón se escuchan los grillos.

Lo veo brillar tal cual una estrella,

Miro mi arma es tan hermosa

Tan suave como una rosa.

¡En mis manos dejaré su huella!

 

Llegó la hora de decir adiós a mi existencia,

Así como un cautivo en su sentencia,

Que ha arrancado su esperanza.

Ya he perdido la razón

Y con mi muerte en expiación

El suicidio pagará la fianza.

 

Mi espíritu tiembla al cortar las venas

Quizás por el dolor de la condena

Que me he ganado por quererte,

Y de mis manos corre aquella sangre

Roja de vida, que libera los males

Para estar juntos después de la muerte.

 

Y tan sólo me quedó el silencio

Creyendo que serías mí remedio

En el espacio oí tu extraña risa

Que ya no era melódica

Sino una diabólica

No eras tú, la muerte llegó deprisa.

 

Agonizando, te vi pasar nuevamente

Y te acercaste a mí lentamente

He hiciste que jamás despierte

Y mi tomaste en tus brazos

Como un niño en su regazo

Ya estamos juntos ¡vencí a la muerte!

 

¿Quién podría anticiparse ante la muerte?

Que entre sus manos se lleva la vida

¿Quién tendría valor para ser fuerte?

Y así soportar el dolor de su partida.


(Jaybert Jurlian Escalona)