Virginia de Albán

LA VÍCTIMA INAGOTABLE...

 

 

 

Ven hacia mi espejo,

fiera de luz caída sobre mi cuerpo.

Ven, persigue mi andar

de sombra tuya.

 

Espera a que se transparente la luna

ahogada en la inquietud curvada de la noche.

 

La alfombra se desliza

como una caricia de interminable celo.

 

Ven a mi espejo clandestino

persiguiendo esta hilera

de lunas de mi cuerpo,

  besando las cálidas opacidades

que se esconden detrás de mi espalda.

 

Y después la noche

ya es un motín de estrellas

atrás de cada beso…

 

Cuántas furias indescifrables traes:

Jauría de ti…

Jauría de mí…

 

Siente el vientre de mi aliento que te acecha:

ladrón de mis gemidos,

miente como  la noche

los gozos clausurados

de la sombra.

 

¿Dónde te ocultas,

 torrente de prohibiciones,

espía de mi noche tras la noche?

¡Ah, jadeo de todos los alientos!

Galopas y galopas

por los linderos musicales

 de mi cuerpo…

 

Soy tu víctima inagotable

  entre tu ansia y el amanecer.

 

Luego abres la ventana de tu alma

y escapas hacia ti

como un ladrón de madrugadas.

Y después regresas, todo nimbado de ternura,

animal vencido por mi cuerpo

que cae dormido sobre mi almohada.