Poeta sin alma

Deseos y una noche

Esa noche sentía un cosquilleo 
bastante agradable en la nuca 
cuando comenzaba a pensarte, 
a recordarte. Mis manos 
por su cuenta acariciaban 
aquellos lugares que las tuyas 
llegaron a acariciar, 
mi piel se erizaba, se estremecía 
y suspiraba al sentir tu recuerdo, 
cuando tu cuerpo sobre mí, 
mis brazos circundaban tu cintura, 
el calor de tu aliento 
cada que te acercabas a besarme, 
cada que jadeabas al penetrarte. 
Sentir tu humedad con mis dedos 
reavivaban esas sensaciones 
que él solo verte me producía, 
te toqué lentamente y liberé 
entre tus piernas los demonios 
que de tu escondida pasión provenían, 
un infierno intenso ardía entre tus piernas, 
aguardando el momento de dinamitarse 
encima de todo mi cuerpo; a ojos cerrados 
mordías tus labios, perdías el aliento, 
y yo me masturbaba imaginando 
cuando lo tenía dentro de tí, 
con ese ritmo que te seduce, 
siendo dulce y, otras veces, 
embistiéndote con gran ímpetu, 
siempre mirando atentamente 
como se dibuja en tu rostro el deseo, 
sintiendo como estabas de excitada, 
empapada por mí, creando esa noche 
un nuevo orgasmo sintiéndome, 
y esta noche no quiero que sea así, 
debo buscarte, debo escucharte, 
quiero hacerte sentir lo mucho 
que necesito tenerte aquí, 
con tus ojos centrados en los míos, 
siendo mis manos, mis roces y 
mi miembro sean quienes 
provoquen tus gemidos.