Maryrios

Inconfesable desvarío.

 

¿Cuantos días 

llevamos sin mojarnos juntos?

 

¡Lontananzas!

 

¡Tribulaciones!

 

La naturaleza espera,

no importa que el suplicio haga que el sol queme

y matice los colores del bosque.

 

Vale la pena pensar que aunque

el tiempo de sequía sea fuerte,

vendrán tiempos de diluvios

que empaparan el follaje espeso

resbalando 

por la corteza hasta penetrar  

   la médula.

 

¡Qué gran recompensa tiene la espera!

 

Ahí,

en la antesala se maquinan los desvaríos.

El oxígeno es el alimento que

 echa a andar los paranoicos sueños,

pervirtiendo el terreno corporal.

 

Fantasías que brincan

 en  las ramas sensoriales de mi minúscula selva

para construir en la clandestinidad de los pensamientos

un andamiaje que conduzca

a los montes de tu mayúscula naturaleza.

Y frotar el tallo de tu árbol frondoso 

y probar tu savia.

 

Regocijarme,

abandonándome entre tus veredas 

sin perder el objetivo: 

llegar juntos a la gloria.

 

Y tu grabaras con tu espada de cristal

tu nombre en la espesura de mi bosque.

Y yo dejaré que selles los caminos

para privilegiar solamente tu paso

en mi sendero escondido.