teresa ternavasio

RECORDANDO

RECORDANDO

 

Con el sol colándose entre las hojas

De los parrales de la casa de Caroya,

En aquellas siestas largas, que siempre

Remataban en mate y pastelillos

Allí estábamos, tú y yo, robándonos

A hurtadillas, sin el valor suficiente

Para mantener una mirada,

que parecía de amor

¡Yo  tenía catorce y tú dieciséis!

La vieja casona, testigo mudo,

De mujeres desparramando el calor

Con un diario con forma de abanico

Y de chicos correteando por el patio

De  perros echados,   cansados de nada,

Con su sueño indiferente,

Entre el fresco de las plantas.

Yo, persiguiendo tu disimulada huída,

Vergonzoso de mi insistencia

 

Después las nochecitas tibias

Con una luna encendida, solo para nosotros

Alumbrando los senderos,

con un fondo de sierras.

Los mayores conversaban, siempre vigilantes

Los niños molestaban, entre que iban y venían

Y nosotros, deseando tomarnos de las manos

Con ese beso que estaba, siempre a flor de  piel

Sabiendo que me querías, me lo decían tus ojos

Las chicharras y los grillos, aturdiendo con su coro.

Aquel día recibí, el mejor de los regalos,

Corriste hasta el arroyo y me trajiste una rana

Hice un hueco con mis manos y entonces las apretaste

El corazón se detuvo, con el roce de tu piel

Supe que te amaba, que jamás te olvidaría

 

Pero el tiempo  implacable, avanza sin contemplar,

Terminado el verano, las ciudades esperan

Nunca más  pude mirar

Tu linda cara morena,

Solo cuando la nostalgia me lleva,

¡A la casa de Caroya!