Francisco Gaitan Downs

ADIÓS MI BELLA GUERRERA.

ADIÓS MI BELLA GUERRERA.

Me visto de blanco a diario

no recorro ni los pasillos,

pues me pierdo en sus miradas tristes

y su bienestar me roba el turno.

 

Solo que hoy, es un día sin igual

estoy nervioso y aunque sonrío,

estoy ahí, frente a su cama

con el corazón desecho.

 

Llorando en silencio, con la desdicha

de saber que tengo piel y no puedo ayudarle,

que tengo cabellos y su cabeza brilla

que sus días son cortos y yo tengo tiempo pa dolor.

 

¡Maldita sea!

 

Ni siquiera ha disfrutado del mundo

menos el amor ha conocido,

su madre no sabe qué hacer

y en medio del dolor la cuida.

 

Y yo ahí con los ojos rojos

con 1.81 de altura, con 92 kilos,

y con corazón reducido a dolor,

viendo su piel quemada por la quimioterapia

sin poder ayudar.

 

Camino lejos y cerca de ella

con mi mente amorosa, mi profesión de amor,

mi alma poeta y mi corazón de humano

pidiendo al Señor por su bondad.

 

Mientras me mira tétricamente  

su respiración es lenta, solo se escucha

el canto de un monitor oxidado y cansado,

mientras mi pequeña linda suspiraba.

 

Cada vez estaba lejos de mí

con la mirada perdida en el Cristo Crucificado,

entre los brazo de su madre

se rindió ante el dolor.

 

Ya no me mira,

tampoco me sonríe

me ahoga un nudo en la garganta

y me ahogo en el llanto de su madre.

 

Piedad a Dios, mientras cubría su cuerpecito

con sábanas blancas.

 

Descansa en la paz del señor mi bella guerrera.