Marah

Tormentas y remansos

Tu voz fue de Nereo,  de un arrullo

que durmió la marea más temida,

tus manos como espumas de un capullo

para verme en la arena florecida.

 

Mas ¡ay! se desató tu enhiesto orgullo

y le diste a mi barca una abatida;

si la chusma es feroz con su murmullo

más cruel es el adiós de tu partida.

 

De abismos y zozobras no me canso:

que no se acabe nunca el mar de leva

con brumas, vela loca y brujuleo.

 

Porque no hay tempestades sin remanso,

ni se esconde el halcón en una cueva

cuando la mar lo moja en balanceo.

 

 

Mariluz Reyes

 

 

 

Nereo: Dios de las olas del mar.