caballo negro

TE DICES HOMBRE

Te dices hombre y ante la alegría de la rosa juvenil te marchitas,

¿Será acaso que tu alma aún tiene vestigios de humildad?

 

Te dices hombre y con el aletear de la mariposa te emocionas,

¿Será acaso que aún conservas tu curiosidad?

 

Hombre y te enterneces con el gusano que se arrastra por las hojas,

¿Reconoces quizá en él, tú esfuerzo propio?

 

Sonríes a la vida por la vida y lloras por no poder tocar estrellas,

¿Será esto ingenuidad, o sabiduría?

 

Te dices hombre y aun te entristece que no te de un beso

esa madre que extrañas y que añoras;

Y te falta de tu padre el abrazo y en la frente el dulce beso,

Y aquel juego sin final entre mil horas.

 

Hombre te sientes a pesar de que extrañas los juegos de niño,

las mil travesuras y en los pies el frío.

Hombre que añora las locuras pérdidas y el maternal corpiño,

Que era refugio para dolor y hastío.

 

Hombre que evoca sueños e ilusiones, penas y sin sabores,

que tenía la infancia en sus mil colores.

Hombre y aun piensas que ya no es tiempo de ver las flores,

de sentir el aire entre tus manos y sus dulces olores…

 

Te dices hombre y de pronto olvidas o no comprendes

Que siempre hay tiempo para lo bueno.

Que nunca es tarde para expresarles a los que quieres,

El amor del cual tú corazón está lleno.

 

Te dices hombre y sin embargó, la lluvia te parece milagro divino;

y quisieras convertirte en mago, brincar en el lodo, perderte en el vino

de la juventud  eufórica, en el líquido delicioso, néctar de armiño,

que un día embriago tus metas de hombre y tus sueños de niño.

 

¿Será acaso que por fin te diste cuenta, que eres hombre con alma de niño?

 

Te dices hombre porque te acercas más a la ciencia,

Porque en una pantalla se acabó tu paciencia,

Porque mientras más sabes más te das cuenta

que al sentimiento y al corazón, lo pusiste en venta;

 

Hombre y el amor es para ti un misterio aún desconocido,

del cual solo tienes idea, más no concepto,

y su dibujo para ti, es un relámpago bello y vivido,

que vuelve lúcida tu razón, solo por un momento.

 

¡Te dices hombre y eres cruel y vano!

¡Te dices hombre sin ser sensible y bueno!

 

Te dices hombre por construir puente y palacio,

porque con artífices tu vista ve más lejos,

más grande o más claro tu pequeño espacio.

Porque has hecho los sonidos para ti más claros.

 

Te dices hombre porque has metido en el papel los sueños,

Porque has logrado perpetuar las imágenes de un mundo bello,

Porque en pájaros de acero has llegado a conquistar el cielo.

¡Porque puedes sembrar en tus semejantes el miedo y el infierno!

 

Hombre y no conoces siquiera la palma de tu mano,

No respetas el suelo donde pisas, ni el verde de tu llano,

Ni reconoces el deseo que te empuja a unirte a la mujer

E intentar con ella sin lograrlo, ser un solo ser…

 

Te dices hombre… ¡Más sin poder ver tu alma resulta vano!

¿Será que la soberbia te ha ganado y del mundo quieres sentirte dios y amo?

 

Te dices hombre porque sientes que te has vuelto,

Indestructible, omnipotente, sabio, inteligente y fuerte;

porque sientes que dominas al sol y al viento,

y sientes que penetras la vida y el arcano con tu mente.

 

Te dices hombre y en tu ilusión con dios te has igualado,

Te dices hombre y falsamente al semejante dices hermano.

Te dices hombre y en el espejo solo ves, un ser en  demonio transformado…

¡Te dices hombre, porque no has entendido el ser humano!